miércoles, 16 de septiembre de 2015

Crónicas de la Frontera del Duero

Llegadas las postrimerías del verano va siendo hora de reunir  las cosechas y prepararse para el invierno. De reunirse en torno a la lumbre y orar para que las nieves no maten al menguado ganado. Y para que el moro se quede en sus fronteras cuando la primavera llegue.

Pero este año las huestes del califato se han propuesto una última incursión de castigo antes de retirarse a sus cuarteles de invierno en el plácido sur. Un último latigazo en la espalda de los sucios y bárbaros norteños que merme su feroz orgullo.

En el llano, los condes van a hacer frente a los moros. Para los moros es sólo otra oportunidad de botín. Para los castellanos la lucha será por su superviverncia y por mantenerse en los ásperos llanos del valle norte del Duero. Un tierra dura e ingrata pero al fin y al cabo su tierra. Unos condados de los que son dueños y señores y en los que la libertad significa algo.

Ambos ejércitos toman aire antes de la acometida.







El ala izquierda árabe toma la iniciativa.


Los valientes villanos cristianos ponen en fuga todo el flanco izquierdo árabe.


EL emir que dirigía la embestida de caballería se ve rodeado de enemigos cristianos mientras sus jinetes se desbandan.


El ala contraria permanece estable en una continua escaramuza e intercambio de dardos.


EL emir se bate en duelo con gallardía.


Inútilmente algunos nobles árabes tratan de auxiliar la izquierda destruida.


La batalla parece concluir. Los árabes deciden replegarse y dar por concluida la aventura. No lograrán más botín este año. Pero, al menos,  los cristianos no dormirán tranquilos en las largas noches de invierno.


Fulgurante victoria del cristiano y más conclusiones sobre las tácticas del árabe que nunca parecen suficientes para lograr la victoria.
Parece que la superioridad de los jinetes árabes nunca es bastante para derrotar a los tenaces caballeros.

Pero ya veremos la próxima vez.

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